lunes, 23 de noviembre de 2009

EL AVE FENIX RESURGE DE SUS CENIZAS

Pasado el fin de semana de playa, con buen tiempo pese a las predicciones de lluvias, sin dinero pero sin falta de nada, sola pero con gente cerca, qué más puedo decir de mi vida: que empiezo a disfrutarla, que me despierto sin agobios ni tristezas, que creo haber conseguido superar el enorme trastorno que ha sido, de la noche a la mañana, encontrarme sin lugar a donde ir, con 10 perros a mi cargo, abandonada por mi hermano en todos los aspectos, sola en Marruecos y con la que tengo encima.
La desesperada búsqueda de una casa, la decisión de irnos a Darora, lejos pero juntos, mis perros y yo, con las cosas que mi hermano quiso guardar en ella, manteniendo en mí la idea de que vendría también; hasta que un día vino para llevarse lo suyo, porque había alquilado una casa en Barrio Chino, para él. Los ímprobos trabajos para limpiarla y hacer de ella mi hogar, tras años, lustros, deshabitada. Con aquel camino terrible, empinado, peligroso, que ni siquiera llegaba hasta la puerta de la kabila. Cargando con los bidones de agua de 30 litros desde el coche hasta la empedrada casa, y con todo: muebles, compra, pienso...
La semana perdida en el curso del Inem que según ellos no podía cobrar por estar en otro del Inserso, cosa que podían haberme dicho el día que fuí a matricularme y haberme evitado la rabia que me dió tener la moto rota, cada vez que pasaba en la cola de la frontera ratos muertos interminables; los despertares con la alarma del móvil a las seis de la mañana, hasta en verano aún noche; los planes que hice al contar con 9 euros más al día, porque sumando los dos cursos cobraría 2o euros/dia durante los tres meses que duraban ambos.
Dejar la casa que acababa de hacer mía, la parra renacida y ordenada...porque no tenía dinero suficiente para mantenerla y no me veía con fuerzas para tener que buscar la comida a diario. Tambien porque el dueño prefería que me fuese, pues los del pueblo no querían perros.
Fué la última vez que mi hermano me ayudó a hacer algo: bajar mis cosas a casa de Suleimán, donde instalaría la caravana para poder comer sin preocupaciones.
La estancia chez Suleiman, que apenas aparecía por la playa, dejando todo a mi cargo, demasiado trabajo. El águila, una hurona, siempre algún perro que él tiraba en Farkhana y que volvía a la playa, el pobre. Hasta que los primeros fuertes vientos me cansaron sobremanera y comprendí que allí no podía continuar. Además, los vecinos ya andaban envenenando los campos y cuando Lobito y Rubio sucumbieron a él, me decidí a aceptar la invitación de Taib para instalarme en una de las casitas de la playa. En un principio se habló de contrato, de 50 euros y de devolverla en junio, para los turistas del verano. Había entonces agua y luz y estaba Hassan el de Khemisset, de guarda. Pero en
dos días todo cambió: Hassan le robó a Taib todo lo que pudo llevarse y Taíb sacó sus ropas a la basura y ma dió la llave de la casa, favor, pues yo le dije que no tenía dinero y que en casa de Suleiman no pagaba nada, había pozo de agua buena y estaba bien; aún con la llave en mi bolsillo no fuí a la casa hasta el día siguiente que volvió Taib y fuimos juntos. Se había vaciado el depçosito de agua y solo quedaban cuatro placas solares que Taíb prefirió salvaguardar en Beni Chicker. Tampoco había ya guarda. Mas bien Yo sería la guardiana. Me dijo que si quería abrir allí un café, adelante. Siempre a medias con él, por ser el sitio suyo.
El nuevo cambio. Dejar la casita de Suleiman, la cabaña, otra vez vacía, como la encontré. Pues si me hubiera ido a vivir a la caravana le habria dejado en su casa los muebles y materiales diversos. Pero al ir a una casita-caseta que no tenía nada mas que un tarbas, me hacían falta. Se dió el caso, lo olvidaba, de que cayó una fuerte lluvia que caló por
toda la casa excepto en la habitación de Suleimán. Tuve que recogerlo todo, sofá, mantas, muebles...y ya no volvió a ser lo mismo. De hecho me fuí a dormir a la caravana y ya , cocina en casa, cama en la otra punta, perros que guarden ambas posesiones...demasiado. Vete a Melilla a las tres de la tarde para volver de noche y resulta imposible una vida relajada. Otra vez a cambiar.
Otra casa, otra forma, el mar al lado. Mas humedad por la noche, menos vista panorámica por las mañanas. Olor a meao de gatos, encerrados desde que Hassan se fué. Poco a poco, crear un hogar. Un nuevo hogar para todos.
Desde el primer día Taib apareció ma pasar la noche en su propia casita, sin molestarme para nada, bien al contrario, siempre con detalles: un cigarrito, pan, ensaladas de verduras presentadas como para una fiesta, y sobre todo ni una mala palabra por los ladridos de los perros, que los primeros días se lo querían comer.
Después dejó de venir porque ya había buscado a alguien que estuviera allí: Mimoun, un chico kebdani que tiene un
fluca, barquita de madera pequeña que sale a pescar cerca, en la playa de la fuente. Desde que llegó me pareció gente bien, tranquilo, discreto y respetuoso.
Mimoun, a su vez, trajo a algún amigo. El panadero de Beni Chicker es el mejor de ellos. Es curioso porque es de Agadir y ¿como se llama?: Abdelkebir. A él le gusta que le digan Felak, como a su padre. Me ha traído pan para los perros y me ha dado su nº para que le llame cuando quiera pan.
Hay otro muchacho, se llama Driss, no se si es el socio del fluca. Esta mañana me dió café y leche, pan y kifi. Habían ido a Beni Chicker ayer por la tarde y regresaron a medianoche sin que yo les oyera. Me salvaron el desayuno, cosa importante para estar yo contenta el resto del día.
Me encuentro, pues, tranquila y mucho mas animada. Echaba en falta este tipo de marroquís que he encontrado en mis viajes al sur del país, que son amables sin ser pegajosos, que te tratan de igual a igual, con naturalidad, y que te ayudan a estar a gusto en su tierra. Muy diferentes de la gente que ya está tocada por el bichito "diel jaris", que solo piensa en hacer dinero rápidamente, en marcharse fuera, en casarse por papeles, en probar las drogas fuertes, en beber para desinhibirse y liberar sus vergüenzas y en robarte aprovechando la confianza que les das.
En cuanto a Suleiman, no viene casi nunca. Ahora está buscando como loco, como cada año, el dinero para el borrego de Laïd. Es curioso y putada que viviendo tres hermanos en la casa familiar, ya los padres fallecidos, se vean en la obligación religiosa (que conlleva la opinión pública, el famoso "que dirán") de tener que comprar un borrego para cada hermano y señora, en vez de uno grande para los tres. Es de suponer que va a necesitar ayuda, y no sería el primer borrego que le ayudo a comprar. No porque esté de acuerdo con el gasto, sino por los niños, pues para ellos es una fiesta como para nosotros la Navidad o los Reyes. Pero esta vez, antes de ir con la caravana a su tierra, ya me había yo prometido a mi misma no inmiscuirme en sus historias de familia, ni en como educa a sus hijos, ni en como trata a su señora, ni preocuparme de hacer comida para que no la coman porque tienen capricho de otra cosa o porque la he preparado yo. Los primeros días empezó la cosa como siempre:30 euros de compra que no duraron dos días porque los nenes, los mayores, solo comen galletas, Tulipán y latas de atún. Recordé mi promesa, puse pié en pared y hasta hoy. Ya se dió cuenta Suleiman de que no había dinero cada vez que venía conmigo hasta Farkhana y al bajar me decía que no tenía nada. Tamppoco yo, le contestaba. O le daba las monedas, porque es que no. No le arregla a él mas que para sus porros y me desarregla a mí. También vió que no compro kif para mí y el día que cobré le llamé para ir a por cinco euros que repartí con él. No me siento egoísta si digo que no voy a quedarme sin recoger los cables de la XT para que Suleiman compre un borrego para obedecer a su libro; porque sólo lo obedece para lo que le conviene. En cualquier caso no tengo dinero, no hemos cobrado el curso y el chico llamado Driss es quien ha pagado el bidón de gasolina con que he podido venir hoy al curso y volver a casa. Sin yo pedirselo, sacó los 40 dh y me los dió.
También tengo que agradecerles que me llamen siempre para sentarme a la mesa a plato puesto. Es un detallazo, sobre todo porque no lo hacen por interés, ya que cada cual tiene su rollo y en todo caso no esperan nada de mí y saben que soy pobre.
Faltaba algo muy importante: Música.
Aunque tenía la radio que le regalé a Carlos, no dejaba de ser pequeña y las emisoras que coje no son muchas. Las pilas no duran mucho, tampoco. Pero un buen día hallé la solución maravillosa que me ha dado vida y color: el radiocasse-
tte que nos dió Mara, que estaba preparado para ser conectado con pinzas a una batería. Sacando el cable por la ventana de mi cuarto, aparcado el coche junto a ella, por fuera del recinto, a la vera del camino, la cosa funcionaba de perlas. Faltaba comprobar que el coche arrancaría al día siguiente. También estaba la lamparita de la estrella, que tiene enchufe de mechero de coche. La instalé, pasando el cable por la ventanilla. Por la mañana el motor arrancó inmediatamente, para mi gran alegría. La FM, que no cojía la pequeña, se escucha perfectamente y puedo escoger el tipo de música que me apetece oir.
Por todo ello, porque lo pasado mal ya está pasado y el presente me es favorable, digo bien alto que empiezo a sentirme feliz, que he recuperado las riendas de mi vida y que la dependencia que tenía de mi hermano es agua pasada y agua pasada no mueve molino.
Me falta que la costilla flotante del lado izquierdo que me hundí el sábado al coger los huesos de los perros, vuelva a su sitio. Me causó mucho dolor el domingo por la mañana. Y lo que le queda.
Tambien me falta ir pasado mañana a ver al Dr. Armando para contarle que tanto el estómago como la mndíbula me duelen y tengo la paranoia de tener un cáncer. Que me la quite!
Me falta seguir preparando mi cuerpecillo para poder andar en moto sin miedo a caerme, pero hasta que la costilla no se recoloque...nada mas que reposo.
Me tengo que despedir, o llegaré tarde a la frontera. Sigo pobre, me dicen mis compañeros que no se ha cobrado.Abur.

No hay comentarios:

Publicar un comentario