Por la noche, pues aunque salí temprano pronto anochece ya, me temblaba el pié sobre el acelerador y tuve que frenarme para no matarme, porque con el escape arreglado, el Ford Fiesta XR2i tiene un potente motor que muchas veces he puesto a 190 Km/h. No me preocupaban anoche los salopards que pueden seguirme con sus motillas, ni los traficantes encocaos que temo me la jueguen en cualquier recodo, en un subidón de novatos, ni tenía miedo de cruzarme con algún borracho pasado de carril, pues iba temblandome el pié pero llevaba la determinación a nivel alto: iba a curar a la perra, porque pudo ser el Chico, o la Tosca, que tantas veces me siguieron los tres, y sobre todo ellas dos, hasta tener que parar y enfadarme, tirándoles piedras para mandarlas de vuelta a casa, precisamente para evitar que les pillase un coche y que cogieran costumbre. Aunque también está allí el estercolero, que los de aquí llaman "terquera"y que es el comedor social de los perros vagabundos.
La levanté de la tierra como un fardo. Pesaba. Por lo menos 30 kilos, calculo. No emitió queja ni gemido alguno pero noté que me lamía;dos pequeños lametazos desfallidos. Y supe que estaba agradecida de no tener que pasar la ventosa noche al borde de un camino nada seguro, rodeada de perros salidos que no dejaban de intentar follársela. A medida que iba avanzando hacia casa el vendaval se hacía más temible. La luna daba luz suficiente para ver el mar, terrorífica imagen de un Coloso rugiendo. Y de repente esa blanca luz iluminó otra blanca figura que me heló la sangre: Thain. Le había dejado dentro de la casa y ahí estaba, corriendo en la noche. ¿Qué habría pasado?. No vino Mimoun a abrirme la puerta; a quitar la cuerda y el tronco de árbol que cierra la entrada, me refiero. Paré, corrí a la casa..Oh, no, Dios mío! la puerta rota, todo lleno de astillas...¿qué era aquello?. Apareció entonces Mimoun y pregunta: "skum i dir adí?" Buena pregunta. Los ladrones, le dije. Y entré rapidamente a encender el buta para averiguar lo sucedido, que podía tener una explicación más coherente: el perro. A la luz del candil pude comprobar que, así por encima, no faltaba nada ni había má estropicio que el de la puerta...y la cortina de laventana de mi cuarto, por una esquina. Thain había intentado salir por allí. Parece mas sencillo que destrozar la puerta de madera, pero estamos hablando de un animal brutote por naturaleza. Lo que me faltaba!. Como no tenía trabajo con la perra así, ahora sin puerta y la ventisca puesta. Pero que he hecho yo para que me pasen estas cosas? Qué no he hecho? Estaba atado y todo, oye. Se quitó el collar y se quitó de en medio la puerta también.
Le reñí, le até afuera y me dediqué a la perra. Calenté una olla de agua de agua deTrara con sal y vinagre y le quité la arena y lo que pude ver, a la cada vez más mortecina luz del buta. Después le regué literalmente las heridas con Cuver, polividona iodada, y la coloqué sobre un plástico y una sábana, en el tarbas. Bebió agua, bastante, pero no quiso comer. La dejé dormir.
No me quedaban ganas de preparar cena pero no hizo falta: Mimoun llamó a la puerta rota y me traía un plato tapado. Le dí las gracias y me senté a cenar lo que hubiera. Eran pimientos fritos y berenjenas. No pude meter mucho, pero comí un pimiento y alguna rodaja de berenjena, muy grasienta. Guardé en la nevera el resto, que comí hoy.
Nada más podía hacer, así que me acosté y encendí la radio. Las noticias de las 23h. Fué una noche larga, de sueños a ratos y muchos despertares. El viento provocaba ruidos que daban susto a veces. El rugido del mar sobrponíase a la charla de Jordi Tuñon en Efectos Matinales, de RNE. La perrita se cayó, supongo, a la alfombra del suelo. Es decir, a la manta de los perros.
Pero pasó la noche tranquila.
Por la mañana subí a casa de Suleiman y me lo encontré haciendo la ropa de protección para las abejas. No le dije cuánto había llorado antes de subir, sintiéndome tan sola e incapaz de resolver la situación. Dijo que desayunaría y vendría luego. Me dió un cigarrito de kif (le dí 2 € para comprar) y me fuí otra vez abajo con los ojos cegados de lágrimas y el Chico en mis talones.
No tardó en llegar. Se puso con la puerta y la terminó de arreglar. Digo terminó porque yo ya me había aplicado con ella, poniendo en su sitio dos tablones sueltos y la cerradura. Puso un trozo de contraplaqué para disimular lo mierda que es la puerta y que Taib no se disguste mucho cuando la vea. Bien, la puerta ya está, le dije, ahora, la perra. Pero Suleiman no podía hacerlo. Era capaz de enumerar los diferentes procedimientos que se podían llevar a cabo para darle muerte, mas digna con unos que con otros, pero todos ellos buscandola rapidez y el menor sufrimiento para el animal. Al fin dijo, mirándola: es que...la verdad...ella no ha hecho nada malo para que merezca morir y entonces... yo no puedo matarla, confesó.
-Pues si no podemos matarla- dije yo, decidida de repente a "resolver"- habrá que curarla. Me levanté y me puse en marcha. Me puse un par de guantes de goma del hospital y levanté la pata del animal para colocarla en posición de poder limpiarla y vendarla. La terrible herida quedó a la vista, la carne seca, la piel retirada más de 6cm, el hueso partido en muchos trozos pegados cada uno a alguna parte. Salió inmediatamente de la casa. Yo no puedo ver eso, dijo el cazador de liebres, pájaros, conejos y jabalíes.
No le contesté. Siguió diciendo: " bueno, Belén, la puerta está arreglada; si necesitas algo de mí, ya sabes dónde encontrarme." Le di las gracias y no le supliqué que se quedase. Aunque solo fuese afuera, sin ayudarme, que no me dejara sola, por favor. No consentí que mi grito traspasara mis labios; si la llamada del corazon no era escuchada, de nada me servía y no estaba siendo la primera vez que me fallaba, pese a sus frases de Somos como hermanos. O será que es eso: que somos como hermanos. Otro Carlos. Otro cobarde. Seuramente Carlos si la hubiera matado, aunque no lo puedo asegurar. El caso es que, tomada la decisión de la no-muerte, me esperaban días difíciles. La limpié con la esponjita de iodo que reserbava para una ocasión como ésta. Le recompuse un poco la forma y le vacié el tarrito de Azol, sulfamida, antes de vendar cada pata con venda de gasa y esparadrapo de sábana a modo de protección. De pronto, sin venir a cuento vomitó. Todo agua. Creí que se debilitaría hasta morir, pero aunque se quedó lasa, siguió respirando. Pensé en no ir al curso, para cuidar de ella, pero tampoco necesitaba nada que no fuera reposo, y yo debía acudir, de manera que, viendo que eran las 15,45, me cambié de ropa y les puse un plato de pienso a los perros para que no se dieran tanta cuenta de mi fuga con los consiguientes aullidos lastimeros. Qué pasará ahora? Qué me tendrá reservado el Destino? Es un castigo por mis mentiras? Por prometer que no volveré a pillar y no cumplir? Enfin, ya está hecho. Yo tampoco pude matarla. Intenté afeitarle un poco la pata para cogerle la vena y meterle cualquier tóxico, pero le corté tres pelos.
En todo caso mi error era pensar que necesitaba un hombre. Seguro que una mujer hubiese ayudado a hacer las curas con precisión y sin aspavientos. Y en cuanto a Suleiman... tenía a
los hurones , en sus jaulas los pobres, sin gota de agua. No, no. No es él, a quien espero. Y mientras llega la persona que cubra mi mitad, que viene de lejos, tengo que apañármelas sola. Para dos hombres que tengo allí, ni Mimoun arregló la puerta para que Taib no la viera, como dijo, ni Suleiman se encargó de la perra, como dijo tambien. Vaya dos que me han puesto de ayudantes, estos dioses!
Me voy, se hace tarde y no quiero encontrarme cerrada la frontera. Mañana no se si vendré por la mañana. Depende de como duerma y de como me levante. Bye!
viernes, 6 de noviembre de 2009
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