miércoles, 11 de noviembre de 2009

IMPASS

Esta mañana he vuelto a despertar frente al Mediterráneo. Idos los vientos huracanados, la superficie ha recobrado la calma, el color y la rutina tranquila de las pequeñas olas remoloneando en las orillas. Anoche, el cielo despejado de nubes era una fiesta de estrellas luminosas. Me alegró el corazón volver a verlas, tantas noches sin ellas. Solo los destrozos dan fé de que aquí hubo vendavales. Los días como hoy son un regalo y disfrutarlos, una obligación gustosa: hay que acumular recuerdos de días buenos, porque vendrán otros que no lo serán en absoluto y entonces serán el consuelo y el alivio del alma triste.

Mi hermano tuvo a bien llamarme por la mañana para saber mi nº de cuenta e ingresar los 100 € que me mandan mi hermana y mi padre, a medias, cada primero de mes. Un poquito de retraso, lleva el niño. Se nota que está bien y que no se acuerda de que yo las estoy pasando duras. Sola en Marruecos con 25o euros al mes, un coche viejo, una moto estropeada, que él me ha vendido así, y a 20 kilómetros de Melilla, lo que significa un bidón de gasolina de 5 litros cada vez que voy y vengo. Y como tengo curso, hay que ir. Pero no me ha preguntado ni siquiera cómo estoy, lo cual , qué quereis que os diga, me duele, porque todos los viajes que ha hecho por Marruecos excepto cuando ha ido con Juanjo, ha sido conmigo y además, pagando yo. El hecho de que ahora me deje al margen y se arrime a soles más cálidos, es doloroso. Eramos dos para lo bueno y lo malo y cuando me di cuenta su plan había cambiado y yo ya no entraba en él. Que el motivo sean mis perros es tan falso como su proceder, pero queda bien para la galería.

Enfin, una pena, pensar que teníamos algo y constatar que solamente se aprovechaba de mi situación económica, porque estaba Luis para todo y yo le incluí a él, mi hermano, en sus favores.
Muerto Luis, nadie me quiere, según veo. Por eso valoro tanto el cariño de mis perros, porque es el que me sostiene la moral y me hace sentir necesaria para alguien.

Hoy había en Farkhana más cola que la esperada y ya no llegué a tiempo ni al CAD, ni al BBVA.
Eso quiere decir que no tengo dinero ni para volver a casa, porque los 13 € que quedan en la libreta no se pueden sacar por el cajero. Alguien tendrá que ayudarme hoy.

Voy a pedir permiso para irme. Tengo que buscar por lo menos cinco euros. Mañana os contaré quien ha sido el enviado por los dioses para sacarme del apuro. Tengo hambre, tambien.

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