miércoles, 11 de noviembre de 2009

SALVADOR

Tengo un compañero de curso que es un chico especial. Es de los que no son comunes ni corrientes. Agradable y suave en el trato, nunca ma ha desnegado un saludo o fumar un cigarrillo con él, pese a que siempre, o casi, es él quien pone el tabaco porque yo no tengo. Cualquier otro, en el Melilla que conozco, habría hecho ya comentario al respecto. El me da el cigarrillo con la misma buena cara que el primer día, haciéndo que la vergüenza que me da tener que pedir siempre, no se note para nada.
Me gusta pasar el ratito de recreo con él, no por el cigarrillo, sino porque mantiene un clima agradable y a su lado me siento bien. Hoy le propuse que me prestase 3 euros para gasolina, yo le dejaba la cartilla del banco y el numero secreto y él podría sacar mañana los 13 euros que tengo. Me contestó inmediatamente y no con alguna disculpa, como seguro hubiera respondido cualquier otro de los compis, profe incluído; no. Me dijo que él me prestaba 5 euros y yo se los devolvía cuando pudiera. "Mañana", dije yo. "No hace falta", respondió él. La verdad que la categoría del chavalote no podía dejar lugar a dudas: era una Persona, con todas las letras y me gustó confesarle, pese a darme cierto corte, que es la primera vez que alguien me deja dinero en Melilla, desde hace seis años, que estoy aquí. Así como yo me porto con la gente y no me duele invitar a una cerveza, a una papela o hacer un favor, despues no hallo esa respuesta en la gente. Cogen, pero no dan. Eso está feo.
Mi compañero se llama Salvador. Espero que aunque termine el curso nos sigamos viendo de vez en cuando, porque vive donde yo me pongo cuando trabajo de taxi pirata, encima de la casa de la madre de Sergio. Ya ves, el Sergio, el mejor amigo de mi hermano, las veces que me ha visto sufriendo ahí y falta la primera que me pregunte si quiero un café o un bocadillo.
Siempre habrá clases.
Pero no es el dinero quien las diferencia. Es la calidad humana, ese es el tesoro incomprable, el que no tiene precio, ni escuela que lo enseñe a atesorar. Nace con el individuo y quizá se pueda mejorar un tanto en la infancia, con un buen guía, pero la mayor parte es innata.
Me gustaría que la gente dijera eso de mí a mis espaldas: que soy buena persona, que tengo calidad humana. No me importa ser pobre en caudales, los valores reales son otros, y todo el mundo, además, lo sabe, en su fuero interno, diga lo que diga, perfectamente.
Encantada y feliz de haber encontrado un hombre amable, me voy ahora a mi casa de la playa con mis animalillos. Hasta mañana, InshAllah.

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