lunes, 10 de enero de 2011

La sombra de la duda

Siento una rara mezcla, que no me gusta nada, entre la alegría inmensa de verme como me veo y la culpabilidad, como si no estuviera bien sentirme feliz, como si no tuviera derecho a otra cosa que a penar los errores y a llorar las faltas. Por una parte me siento orgullosa de haber resistido, de haber mantenido mis valores por encima de todo, de no haber cedido y abandonado a los perros en cualquier playa. Me siento premiada por el Destino por no haber desfallecido ni sucumbido a las tentaciones de una vida mas cómoda, pero menos auténtica.

Soy muy feliz, salvando naturalmente las penas imborrables. Pero el espejo me devuelve una imagen triste y cansada, envejecida y enferma y toda la satisfacción se desvanece. Comprendo que mis profundas y negras ojeras no son cuestión de maquillaje, algo me dice que me resta poco y que estas carreras serán las últimas.

Pero bueno, son. Y las difruto en cada detalle. Adoro contemplar Venus antes de que amanezca, adoro salir de casa y encontrar campo, montes, la moto arrancando a la primera, adoro vivir.

Nada ni nadie va a amargarme porque he dado pasos firmes, he pisado fuerte y no me he humillado ante ninguno. Porque se que merezco lo que tengo y que se me ha concedido lo que pedí porque he peleado a muerte por algo lícito.

A decir verdad, yo no esperaba tanto. Estaba conforme con haber logrado encontrar la casita en Zoco Had, con la XT en su punto metida en su garage y los perros en su cuarto. Me esperaba un invierno tranquilo, casero, de estufa y caldos. Pero un puesto de trabajo, aunque sean solo seis meses... sin haber sellado el paro ni hacer dopping en la meta...Eso es mas de lo que yo esperaba y la verdad...estoy agradecida.

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