Encarna ya estaba allí la primera vez que Kouba me enseñó las casas en alquiler. Ella fué quien me acompañó a verlas por dentro, una y otra vez, hasta que me decidí por la que ahora ocupo. Porque ella estaba allí me mudé a pesar de que la renta excedía un poco mis posibilidades. Tenía algo que ni ella misma controlaba, una calma contagiosa, una determinación poderosa y tranquila, algo que me gustó y que mejoraba los colores del horizonte.
No me equivoqué con ella; al ir tratándola me di cuenta de que había acertado escogiéndo su cercanía. Siempre amable, pero sin teatro. Dispuesta a ayudar sin resultar servil. Ignorante pero pendiente de conocer y de averiguar. La persona que te dice que por las mañanas levanta los ojos al cielo para saber si tendrè buen tiempo para acudir en la moto al trabajo. Parece una tontería, pero es un detalle que dice algo de la persona.
Ayer y hoy he venido a trabajar con ella y Trini, su hija, que entra en el colegio a las 8,45. No me encuentro nada bien y me viene de perlas no pasar frío en la moto ni gastar fuerzas que no tengo. Después, me recoge en casa de Juan y vuelvo a casa con ellas. Y por la noche me trajo una olla de sopa de pollo para cenar.
Pues qué quieres. Lo que mi hermano no ha hecho jamás.
Bien, es la hora de salir. Después del CAD me encuentro algo mejor. Mañana os contaré. Bye.
miércoles, 19 de enero de 2011
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